El cuarto de la princesa Amelia estaba apartado de los demás aposentos del inmenso castillo real. Era una habitación pequeña, rectangular, un lugar muy acogedor para descansar. En el centro había una cama con un dosel de terciopelo rosa; las sábanas eran de color lila y llenas de fantásticos estampados, y las paredes estaban adornadas por numerosos tapices de todos los colores. En el cuarto de la princesa sólo había una pequeña ventana, por la que entraba la luz del sol. Pero la princesa ocultaba un terrible secreto...
